Creí haber aprendido tu nombre en la palabra.
Pero tu nombre es largo como el siglo;
Poblado de espejos, de números,
De música y maleza.
De la semilla guardada en la tierra del lenguaje,
De la misma semilla del poema,
nació tu nombre.
Ahora sus raíces abrazan mis raíces
Y a la sombra de sus hojas duerme el día.
miércoles, 11 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Los nombres son cárceles. Hay que tener cuidado de no quedarse en uno toda la vida y anhelando uno que pero aún
Recrear el fuego y la mancha de una compañía al ser nombrados con intensidad.
saludos.
Publicar un comentario