martes, 11 de marzo de 2008

EL CINE CONTRA LAS LETRAS

EL CINE CONTRA LAS LETRAS


Este texto no es en ningún modo una diatriba en contra del cine, tampoco pretende insinuar que la producción cinematográfica contemporánea sea vacía, por fortuna nadie puede sostener con seriedad opiniones parecidas. El cine es un elemento indispensable en la conformación de la cultura que hoy conocemos, nuestras vida y nuestra manera de actuar han sido de algún modo influenciadas por la películas que hemos visto.

Lo que espera transmitir el siguiente texto es la preocupación de que el cine, cada vez con mayor fuerza, viene acaparando el consumo cultural de las personas. Los libros empieza empolvarse en los estantes, los jóvenes limitan sus lecturas a los libros más recientes, conocimiento real sucumbe ante el conocimiento enciclopédico, y una multitud de hombres que han dado su vida a un oficio hermoso han sido olvidados sin justicia.
Todo esto empieza a tener consecuencias graves en detrimento de la evolución del pensamiento humano.

El lector no encontrará en estas notas una teoría concreta por que no se usará el rigor neblinoso del no comprometido con los pensamientos, el presente es sólo una intuición, una indicación de cuanto puede perder nuestra generación al perder su tradición literaria.

Para empezar...

Imaginemos por un momento que no existe la tecnología con la que, para la fortuna de algunos y para la desgracia de otros, cuenta ahora la humanidad. Imaginemos también fuera de nuestra memoria esa luz aprisionada, ese tiempo vivo, esa partera de espectros que es el cine.
Pensemos luego sobre el vacío que deja el cine: ¿Qué ocupará su lugar?, ¿Acaso existe un lugar que llene el vacío?, ¿Acaso existirá ese vacío y en dónde estará?, ¿En nuestra alma?, ¿En nuestro intelecto?
Para continuar volvamos al mundo existente.

DE LA LITERATURA VERDADERA AL CINE VERDADERO

“Dice Jhon Donne que nadie duerme en el camino que lo conduce de la celda al patíbulo y sin embargo todos en esta vida estamos dormidos. La función de la verdadera literatura es entonces esa, despertar al hombre que está dormido”
Ernesto Sábato. El escritor y sus fantasmas.

El concepto de arte verdadero es común a la mayoría los críticos en los años 60 y surge en oposición al arte comprometido nacido durante las revoluciones socialistas, e imperante en sus consecuentes regímenes. El libro de Ernesto Sábato citado arriba es uno de los más interesantes ejemplos de concepciones y creencias estéticas alrededor de la autenticidad del oficio literario. Aunque en el libro hace una clara defensa de los valores del cine como lenguaje, las características de lo que él denomina “La verdadera literatura” ponen en vilo la legitimidad del cine de hoy.
Sábato considera verdadero o falso un modo de hacer literatura de acuerdo con la capacidad que tenga éste para influir y profundizar en los extraños abismos y terribles territorios del alma humana. El autor dentro de su humanismo ideológico considera lo “Verdadero” como lo útil, como lo que tiene sentido y que ayudará al lector a cambiar este mundo tan lleno de injusticias y de dolor. Sólo lo verdadero podrá ayudar al hombre a soportar su propia soledad e inconformidad, pues será la soledad y la inconformidad lo que lo salvará del gregarismo y lo mantendrá despierto.

Bajo esta concepción se mostraran las dificultades que tiene el cine para ser “verdadero” analizándolo y comparándolo con la literatura desde su punto de vista, su significado y su influencia, sugiriendo como conclusión que el “cine verdadero” debe ser un híbrido perfecto entre el cine actual y el texto literario.

1- Las ventanas

La analogía que se ha hecho entre el cine y La ventana indiscreta ha sido unánimemente celebrada y aceptada. No es otro placer que el del voyeur el que se siente cuando nos deleitamos como espectadores de cine. Sin embargo no se ha reflexionado mucho sobre lo que implica ocupar esa posición de espectador.
En el cine vemos la vida tras un cristal que nos separa de la calle. Vemos como una mujer llora desconsoladamente por la muerte de sus hijos o como una banda de gansters comete crímenes impunemente. Hay un cristal que nos separa de los hechos y de la inteligencia que los controla. No podemos hacer nada para participar en lo que está ocurriendo, sólo podemos sentirlo o cerrar la cortina y volver a nuestra vida. Cuando terminan de pasar cosas tras el cristal dejamos de estar privilegiados por nuestra mirada, volvemos a nuestros humanos problemas vitales, y estamos prestos a olvidar porque el cine ocurrió en otro lugar en otro tiempo y a otras personas que ni siquiera son reales.

La posición del lector es otra. Ya no se está tras la ventana, se está abajo en la calle. Estamos mirando hacia la ventana desde donde observa el escritor (el escritor observa desde arriba) y nos dice lo que está mirando, dice también lo que está sintiendo, lo que está ocurriendo en la habitación desde la que nos observa y se observa, porque el autor también está a nuestro lado, en la calle, disuelto en múltiples personajes. Nosotros escuchamos al escritor que no es un simple voyerista ni espera que nosotros lo seamos; en la ventana hay alguien que esta reflexionando y espera que sepamos con claridad lo que está pasando por su mente.


2- Profundidad- Símbolo - concepto

Pensemos en el lenguaje del cine contemporáneo, que se ha alejado de la literatura y conserva un único contacto por medio de los diálogos. Este tipo de cine ha privilegio las acciones y el contenido indicativo y referencial de las imágenes. Su profundidad de discurso recae en lo simbólico, en lo no dicho ni precisable. El cine se sirve de la revelación estética entendiendo ésta como el sentimiento de estar a punto de saber algo que cambiará nuestra vida pero que no sabemos con certeza qué es y tal vez no lleguemos a saber.
¿Cuál es entonces el problema de la profundidad simbólica, si tiene estas posibilidades?
El problema es precisamente su inconcreción y su múltiple interpretabilidad. Un símbolo puede analizarse o pasarse por alto, ósea, puede ser activo o inactivo dependiendo de la atención y lectura prestadas. Un símbolo se analiza de acuerdo a ideas que ya existen en nosotros, por eso lo que en realidad quería transmitir un autor tiende muchas veces a perderse. ¿El arte en el cine es entonces no poder comunicar con claridad?

En oposición, en la literatura y la filosofía la profundidad parte del concepto. Un concepto es siempre activo porque puede ser una idea nueva o puede estar de acuerdo o en contra con ideas que tenemos arraigadas en nosotros. El concepto activa nuestra capacidad de crear pensamientos con mucha mayor facilidad de lo que podría hacerlo un símbolo.

Experiencia –reflexión

Borges decía que el libro era una extensión de nuestra memoria. Pero el libro es algo más: una extensión de nuestras posibilidades de reflexión.
El cine por su parte es una extensión de nuestras experiencias. Gracias a él vemos el mundo y otros mundos a los que quizá no tenemos la posibilidad de acceder en la realidad. Por medio del cine tenemos contacto con personas que no hubiéramos imaginado ni conocido.
Ambas acciones, la experiencia y la reflexión, nos alimentan y nos ayudan a tomar decisiones en momentos de tensión, sin embargo hay grandes diferencias entre actuar por experiencia y actuar por reflexión.
Cuando se actúa por experiencia se actúa queriendo tomar pocos riesgos, dando por seguras nuestras posibilidades; con prejuicios acerca del mal que nos rodea, de la crueldad que habita en los demás y de nuestro propio egoísmo. Sabremos por experiencia que los humanos actúan por impulsos, por conveniencias e intereses. Sentimos que casi todo mundo nos miente, quiere engañarnos y hacernos nos mal. creemos que tenemos un precio, que alguien pagará ese precio y nos desechará después.

Actuando por reflexión en cambio actuaremos por principios, por ideales. Confiando en que los demás puedan cambiar. Sólo el actuar por reflexión permite que las utopías salgan a flote y cambien el mundo. Cuando actuamos por experiencia aceptamos como indestructibles las limitaciones de la especie. La reflexión nos ayuda a no aceptar la injusticia, la desigualdad y la violencia como algo necesario para el mantenimiento de la sociedad.
En un plano individual la reflexión nos ayuda a cambiar nuestras propias vidas, a liberarnos del narcótico del que nos embota el escepticismo, y a que ese hombre que está dormido, despierte y pueda cambiar EL mundo.

No hay comentarios: