martes, 11 de marzo de 2008

ÉTICA EN EL CINE Y LA TELEVISIÓN

En ocasiones es muy sencillo pensar que la responsabilidad ética de un comunicador audiovisual no va más allá de la responsabilidad hacia el tipo de consumidor o target al que se va a dirigir su producto. Es decir, el comunicador cree que su responsabilidad consiste en colocar algún tipo de filtro sobre los contenidos sexuales o violentos de sus producciones.
Estos filtros regularmente son construidos acorde a las personas a las que irá dirigido el mensaje y a los grados en los que el contenido esté explicito en el audiovisual. De esta manera, si es una película o un programa televisivo va dirigida a niños o adolescentes, se buscará evitar ó atenuar ciertas escenas y ciertas situaciones que son, cultural, legal y moralmente, incompatibles con ésta clase de públicos.

Pero el compromiso ético del comunicador va mucho más allá. No es suficiente aceptar las objeciones sociales sobre ciertos contenidos, es necesario crear a esta sociedad a través del audiovisual. Hacer un producto audiovisual con responsabilidad, no consiste sólo en retratar a la sociedad de consumo y sus vicios, para luego mostrársela a las personas en distintos grados de censura dependiendo de la edad de la audiencia.
El compromiso del comunicador audiovisual es el de ayudar a que la sociedad evolucione por medio de su trabajo.

Este compromiso puede resultar chocante a los que piensan desarrollar el audiovisual como negocio, y a los que están acostumbrados a limitar su campo de compromiso a consideraciones culturales acerca de lo que deben y no deben ver los menores de edad en televisión o en cine.

Los comunicadores suelen no pensar en los consumidores adultos. La mayoría de los espectadores adultos consumen contenidos audiovisuales dependiendo del contenido de violencia o sexo que halla en las películas. Los productores solo se preocupan por abastecerlos de contenidos.
Pero los contenidos más atrayentes son los que más daño le hacen a lo sociedad. No hay que olvidar que a pesar de que sea un individuo adulto el que ve un determinado programa, éste también puede ser incitado a actuar de una manera nociva en contra de su comunidad y de sí mismo. La televisión y el cine deben educar en todos los niveles y no sólo a los niños. El gran dilema no es que se va a mostrar, sino que se espera construir

De este tema se pueden derivar una gran cantidad de objeciones estéticas y políticas, como por ejemplo que no se debe limitar el arte. Y si el arte de ciertos directores consiste en mostrar la violencia entonces no se puede cuestionar.
Pero el artista tampoco debería escapar de su función social; si lo hace, el arte sería un inventario de los vicios de la sociedad. Que sea libre en su labor no quiere decir que es bueno que actúe sin responsabilidad.



Por otro lado la necesidad de construir a través de contenidos corre el riesgo de ser utilizada como una justificación para transmitir consideraciones políticas, como por ejemplo, usar los audiovisuales como medio promotor de la guerra antiterrorista que lleva a cabo los Estados Unidos, y a cuyos promotores le puede parecer correcto el promover el odio al Islam y la propaganda a favor de la guerra en Irak.
O cuando se hace propaganda en pro del consumismo y del estilo de vida norteamericano olvidando la realidad de nuestros países latinoamericanos. En el caso colombiano, por ejemplo, el afán de consumo sólo ha producido acumulación, explotación y violencia.

El cine y la televisión han sido durante muchos años en una manera de mantener las costumbres y los vicios de un sistema imperfecto. Cuando aceptamos reproducir en el cine o en el audiovisual estos defectos, estamos aceptando multiplicar un sistema defectuoso.

La verdadera moralidad está lejos de los cuestionamientos e intereses políticos o económicos. Es un esfuerzo altruista por cambiar el mundo y por fortalecer las relaciones entre las personas y entre naciones. Allí no llegaran los discursos políticos ni militaristas que pretenden dirigir a l sociedad a cierta acción en contra de grupos personas; en su lugar, sí allí llegaran los pensamientos que buscaran que la sociedad no sienta la necesidad de movilizarse contar algo, sino que cambie desde su interior.
Bajo este parámetro se dejará de mostrar como realmente correcta a una sociedad que es segura porque está basada en el odio, en la guerra, el consumo y en el control económico, y se persiga un modelo en el que la cooperación entre comunidades, junto con la justicia social, sean la base de desarrollo de nuestros países.

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