miércoles, 17 de diciembre de 2008
Yira violada
1
Yira ha llegado a pensar que la vida es una especie de música, y que sólo hace falta una nota en falso para hacer sonar el acorde de la desgracia.
Tal vez su error fue no haber esperado la bendición de su padre. Él se quedó sentado, en silencio, mirando hacia un punto muy lejano detrás de las montañas. Ella no tuvo paciencia para esperar un adiós o una disculpa.
2
Un domingo llegó a López, la vieron en misa y todos los hombres hablaron de ella.
José la conocía desde que él era un niño. Sabía que a ella le gustaba bañarse desnuda en el río, a la misma hora en la que salen del colegio los chicos que espían ocultos.
Los domingos todos los jóvenes sin confesarse comulgan. Rodeados de imágenes sagradas y escuchando las lecturas sobre el amor y la pureza, no pueden evitar pensar que tal vez sea muy malo tener el cuerpo de Cristo sobre las manos pecadoras. Piensan que, tal vez, sea peor lo que hace ella. Haciéndoles creer que es inocente y que no sabe nada de la violencia con la que el semen salta tratando de alcanzarla.
3
En el pueblo corrió el rumor de que había sido violada. Yira no vuelve a bañarse en el rio, ninguna joven lo hace.
En su ausencia su imagen es reemplazada fácilmente.
Ya las caras y los cuerpos se combinan en la memoria y las manos simulan otros sexos en sumisión perfecta. Nadie conoce ya la identidad de su deseo.
4
Y el pueblo está lleno de semen, las alcantarillas están a punto de explotar. Nadie piensa que algún día, de la tierra brotará un rio blanco que inundará todo.
La única persona que sabe esto es Yira.
Ella Visita las casas de los muchachos cuando los padres están ausentes y les pide que lo hagan, como lo hacían antes. Ella se desnuda y los chicos tratan de tocarla, pero ella los aleja. Y el joven humillado deja salir toda su vergüenza en dirección al cuerpo que desea.
5
Ella sabe quién la miraba bañarse en el rio, los conoce a todos pues los miraba a los ojos cuando volvían a sus asientos con la ostia aún pegada al paladar.
6
Esa tarde Yira y José estuvieron Hablando de sus infancias, cuando vivían junto al mar y no tenían miedo a desnudarse, y se tocaban sin sentir ardor, pues sólo sentían la belleza bajo los dedos.
A José se le empieza a notar, por debajo de la, ropa el sexo sediento. Ella lo roza por encima de la tela y le pide que se toque. Ella se desnuda junto a un río que corre en el televisor, el único testigo de la escena.
José trata de traerla hacia sí para besarla pero Yira le da la orden de quedarse quieto y continuar.
Y José obedece, pues cree que por su obediencia será recompensada.
Y sonríe hasta que nota el brillo de la hoja del cuchillo oculto entre el pelo de Yira.
La imagen de un hombre con el cuello abierto lo hace detenerse y mirar a los ojos de la mujer desnuda.
-Ya sé cuál es tu secreto Yira, yo sé a quién buscas, pero estas perdiendo el tiempo aquí porque yo no soy-
Yira se queda mirándolo un momento, después poniendo un dedo sobre sus labios le ordena el silencio. Coge entre sus manos la cabeza de José, lo hace arrodillar y estruja el rostro de él contra su pubis. Con su dedo meñique le indica que en ese punto exacto debe poner la punta de la lengua. Así Yira comienza a gemir y José siente que la brusquedad de la chica lo lastima. La mano libre de ella se ha deslizado hasta el sexo de él, ahora flácido, ahora excitado; y la violencia contra su rostro es anulada por la otra violencia. Ella se se queda quieta y lanza un grito, el orgasmo, piensa él.
José desde hace un rato se ha vaciado sobre uno de los pies de Yira, y su semen se filtra entre los dedos de la muchacha.
José está seguro que su placer vendrá después, al recordar esta imagen, y sólo entonces se sentirá afortunado.
José aún está arrodillado cuando Yira cierra la puerta.
Yira ha llegado a pensar que la vida es una especie de música, y que sólo hace falta una nota en falso para hacer sonar el acorde de la desgracia.
Tal vez su error fue no haber esperado la bendición de su padre. Él se quedó sentado, en silencio, mirando hacia un punto muy lejano detrás de las montañas. Ella no tuvo paciencia para esperar un adiós o una disculpa.
2
Un domingo llegó a López, la vieron en misa y todos los hombres hablaron de ella.
José la conocía desde que él era un niño. Sabía que a ella le gustaba bañarse desnuda en el río, a la misma hora en la que salen del colegio los chicos que espían ocultos.
Los domingos todos los jóvenes sin confesarse comulgan. Rodeados de imágenes sagradas y escuchando las lecturas sobre el amor y la pureza, no pueden evitar pensar que tal vez sea muy malo tener el cuerpo de Cristo sobre las manos pecadoras. Piensan que, tal vez, sea peor lo que hace ella. Haciéndoles creer que es inocente y que no sabe nada de la violencia con la que el semen salta tratando de alcanzarla.
3
En el pueblo corrió el rumor de que había sido violada. Yira no vuelve a bañarse en el rio, ninguna joven lo hace.
En su ausencia su imagen es reemplazada fácilmente.
Ya las caras y los cuerpos se combinan en la memoria y las manos simulan otros sexos en sumisión perfecta. Nadie conoce ya la identidad de su deseo.
4
Y el pueblo está lleno de semen, las alcantarillas están a punto de explotar. Nadie piensa que algún día, de la tierra brotará un rio blanco que inundará todo.
La única persona que sabe esto es Yira.
Ella Visita las casas de los muchachos cuando los padres están ausentes y les pide que lo hagan, como lo hacían antes. Ella se desnuda y los chicos tratan de tocarla, pero ella los aleja. Y el joven humillado deja salir toda su vergüenza en dirección al cuerpo que desea.
5
Ella sabe quién la miraba bañarse en el rio, los conoce a todos pues los miraba a los ojos cuando volvían a sus asientos con la ostia aún pegada al paladar.
6
Esa tarde Yira y José estuvieron Hablando de sus infancias, cuando vivían junto al mar y no tenían miedo a desnudarse, y se tocaban sin sentir ardor, pues sólo sentían la belleza bajo los dedos.
A José se le empieza a notar, por debajo de la, ropa el sexo sediento. Ella lo roza por encima de la tela y le pide que se toque. Ella se desnuda junto a un río que corre en el televisor, el único testigo de la escena.
José trata de traerla hacia sí para besarla pero Yira le da la orden de quedarse quieto y continuar.
Y José obedece, pues cree que por su obediencia será recompensada.
Y sonríe hasta que nota el brillo de la hoja del cuchillo oculto entre el pelo de Yira.
La imagen de un hombre con el cuello abierto lo hace detenerse y mirar a los ojos de la mujer desnuda.
-Ya sé cuál es tu secreto Yira, yo sé a quién buscas, pero estas perdiendo el tiempo aquí porque yo no soy-
Yira se queda mirándolo un momento, después poniendo un dedo sobre sus labios le ordena el silencio. Coge entre sus manos la cabeza de José, lo hace arrodillar y estruja el rostro de él contra su pubis. Con su dedo meñique le indica que en ese punto exacto debe poner la punta de la lengua. Así Yira comienza a gemir y José siente que la brusquedad de la chica lo lastima. La mano libre de ella se ha deslizado hasta el sexo de él, ahora flácido, ahora excitado; y la violencia contra su rostro es anulada por la otra violencia. Ella se se queda quieta y lanza un grito, el orgasmo, piensa él.
José desde hace un rato se ha vaciado sobre uno de los pies de Yira, y su semen se filtra entre los dedos de la muchacha.
José está seguro que su placer vendrá después, al recordar esta imagen, y sólo entonces se sentirá afortunado.
José aún está arrodillado cuando Yira cierra la puerta.
Diarios diciembre 17
Desde hace 10 años que respiro dentro de una carne que no siento propiamente mía, pero tampoco extraña. Una carne compartida con otros seres que alguna vez vivieron y que habían sido olvidados con justicia. Siento adentro de mis pensamientos y de mis miedos a otras presencias que no permiten que nada de lo que tengo sea propio.
Sólo me reconozco en las presencias que invocan al olvido. Recuerdo al amigo muerto y me siento triste; recuerdo a la mujer amada, eterna presencia que se encarna en cada cuerpo que retuve a mi lado hasta dejar vacio.
Recuerdo mi niñez. La pasaba evitando todo lo que sentía dentro de mí , como si a fuerza de no mirar hacia adentro me hiciera grande.
Nada nos hace aptos para la vida y nada nos enseña a vivir, pero entonces creía que la experiencia humana podía ser compartida y me quedaba escuchando los consejos que venían del abismo a través de voces humanas.
Fue así Hasta que empecé a escuchar las voces contradictorias que había dentro de mí.
Después, mucho después, las voces me dijeron que cayera, que la materia descompuesta serviría de abono y me llenaría de energía, entonces volaría cada vez que quisiera, que sólo necesitaba saber descender y saber hasta qué punto poder hacerlo. Me aseguraron que sabrían decirme que fango debería tocar y en qué fetidez reconocería la señal para volver al vuelo.
Pero las voces dentro de mí me condenaron, mintieron, se burlaron de mí, mucho más de lo que podía soportar la burla, me mostraron que cada vez cometía un error más grande. Entonces decidí hundirlos a todos y hundirme, meter la nariz en el fango más oscuro y ahogarme, llevar mi boca hasta las podridas raíces y comer hasta ya no ser capaz de levantar mi propio peso.
Sólo me reconozco en las presencias que invocan al olvido. Recuerdo al amigo muerto y me siento triste; recuerdo a la mujer amada, eterna presencia que se encarna en cada cuerpo que retuve a mi lado hasta dejar vacio.
Recuerdo mi niñez. La pasaba evitando todo lo que sentía dentro de mí , como si a fuerza de no mirar hacia adentro me hiciera grande.
Nada nos hace aptos para la vida y nada nos enseña a vivir, pero entonces creía que la experiencia humana podía ser compartida y me quedaba escuchando los consejos que venían del abismo a través de voces humanas.
Fue así Hasta que empecé a escuchar las voces contradictorias que había dentro de mí.
Después, mucho después, las voces me dijeron que cayera, que la materia descompuesta serviría de abono y me llenaría de energía, entonces volaría cada vez que quisiera, que sólo necesitaba saber descender y saber hasta qué punto poder hacerlo. Me aseguraron que sabrían decirme que fango debería tocar y en qué fetidez reconocería la señal para volver al vuelo.
Pero las voces dentro de mí me condenaron, mintieron, se burlaron de mí, mucho más de lo que podía soportar la burla, me mostraron que cada vez cometía un error más grande. Entonces decidí hundirlos a todos y hundirme, meter la nariz en el fango más oscuro y ahogarme, llevar mi boca hasta las podridas raíces y comer hasta ya no ser capaz de levantar mi propio peso.
Diarios. Diciembre 15 del 2008
Tu fuego me atraviesa
y me deja blanco, expuesto al sol
como si fuera el esqueleto de un pez
al que un mar inmenso, fértil y cruel
hubiera lavado de su carne,
Me ahogo en ti y no necesito respirar
me lleno de ti y me condeno.
Quiero ser el paisaje que ilumina tu luz
y que vagues libre, suave, en mí.
Quiero ser todos los caminos que esperas recorrer
en nuestro viaje de espectros.
y me deja blanco, expuesto al sol
como si fuera el esqueleto de un pez
al que un mar inmenso, fértil y cruel
hubiera lavado de su carne,
Me ahogo en ti y no necesito respirar
me lleno de ti y me condeno.
Quiero ser el paisaje que ilumina tu luz
y que vagues libre, suave, en mí.
Quiero ser todos los caminos que esperas recorrer
en nuestro viaje de espectros.
martes, 11 de marzo de 2008
ÉTICA EN EL CINE Y LA TELEVISIÓN
En ocasiones es muy sencillo pensar que la responsabilidad ética de un comunicador audiovisual no va más allá de la responsabilidad hacia el tipo de consumidor o target al que se va a dirigir su producto. Es decir, el comunicador cree que su responsabilidad consiste en colocar algún tipo de filtro sobre los contenidos sexuales o violentos de sus producciones.
Estos filtros regularmente son construidos acorde a las personas a las que irá dirigido el mensaje y a los grados en los que el contenido esté explicito en el audiovisual. De esta manera, si es una película o un programa televisivo va dirigida a niños o adolescentes, se buscará evitar ó atenuar ciertas escenas y ciertas situaciones que son, cultural, legal y moralmente, incompatibles con ésta clase de públicos.
Pero el compromiso ético del comunicador va mucho más allá. No es suficiente aceptar las objeciones sociales sobre ciertos contenidos, es necesario crear a esta sociedad a través del audiovisual. Hacer un producto audiovisual con responsabilidad, no consiste sólo en retratar a la sociedad de consumo y sus vicios, para luego mostrársela a las personas en distintos grados de censura dependiendo de la edad de la audiencia.
El compromiso del comunicador audiovisual es el de ayudar a que la sociedad evolucione por medio de su trabajo.
Este compromiso puede resultar chocante a los que piensan desarrollar el audiovisual como negocio, y a los que están acostumbrados a limitar su campo de compromiso a consideraciones culturales acerca de lo que deben y no deben ver los menores de edad en televisión o en cine.
Los comunicadores suelen no pensar en los consumidores adultos. La mayoría de los espectadores adultos consumen contenidos audiovisuales dependiendo del contenido de violencia o sexo que halla en las películas. Los productores solo se preocupan por abastecerlos de contenidos.
Pero los contenidos más atrayentes son los que más daño le hacen a lo sociedad. No hay que olvidar que a pesar de que sea un individuo adulto el que ve un determinado programa, éste también puede ser incitado a actuar de una manera nociva en contra de su comunidad y de sí mismo. La televisión y el cine deben educar en todos los niveles y no sólo a los niños. El gran dilema no es que se va a mostrar, sino que se espera construir
De este tema se pueden derivar una gran cantidad de objeciones estéticas y políticas, como por ejemplo que no se debe limitar el arte. Y si el arte de ciertos directores consiste en mostrar la violencia entonces no se puede cuestionar.
Pero el artista tampoco debería escapar de su función social; si lo hace, el arte sería un inventario de los vicios de la sociedad. Que sea libre en su labor no quiere decir que es bueno que actúe sin responsabilidad.
Por otro lado la necesidad de construir a través de contenidos corre el riesgo de ser utilizada como una justificación para transmitir consideraciones políticas, como por ejemplo, usar los audiovisuales como medio promotor de la guerra antiterrorista que lleva a cabo los Estados Unidos, y a cuyos promotores le puede parecer correcto el promover el odio al Islam y la propaganda a favor de la guerra en Irak.
O cuando se hace propaganda en pro del consumismo y del estilo de vida norteamericano olvidando la realidad de nuestros países latinoamericanos. En el caso colombiano, por ejemplo, el afán de consumo sólo ha producido acumulación, explotación y violencia.
El cine y la televisión han sido durante muchos años en una manera de mantener las costumbres y los vicios de un sistema imperfecto. Cuando aceptamos reproducir en el cine o en el audiovisual estos defectos, estamos aceptando multiplicar un sistema defectuoso.
La verdadera moralidad está lejos de los cuestionamientos e intereses políticos o económicos. Es un esfuerzo altruista por cambiar el mundo y por fortalecer las relaciones entre las personas y entre naciones. Allí no llegaran los discursos políticos ni militaristas que pretenden dirigir a l sociedad a cierta acción en contra de grupos personas; en su lugar, sí allí llegaran los pensamientos que buscaran que la sociedad no sienta la necesidad de movilizarse contar algo, sino que cambie desde su interior.
Bajo este parámetro se dejará de mostrar como realmente correcta a una sociedad que es segura porque está basada en el odio, en la guerra, el consumo y en el control económico, y se persiga un modelo en el que la cooperación entre comunidades, junto con la justicia social, sean la base de desarrollo de nuestros países.
Estos filtros regularmente son construidos acorde a las personas a las que irá dirigido el mensaje y a los grados en los que el contenido esté explicito en el audiovisual. De esta manera, si es una película o un programa televisivo va dirigida a niños o adolescentes, se buscará evitar ó atenuar ciertas escenas y ciertas situaciones que son, cultural, legal y moralmente, incompatibles con ésta clase de públicos.
Pero el compromiso ético del comunicador va mucho más allá. No es suficiente aceptar las objeciones sociales sobre ciertos contenidos, es necesario crear a esta sociedad a través del audiovisual. Hacer un producto audiovisual con responsabilidad, no consiste sólo en retratar a la sociedad de consumo y sus vicios, para luego mostrársela a las personas en distintos grados de censura dependiendo de la edad de la audiencia.
El compromiso del comunicador audiovisual es el de ayudar a que la sociedad evolucione por medio de su trabajo.
Este compromiso puede resultar chocante a los que piensan desarrollar el audiovisual como negocio, y a los que están acostumbrados a limitar su campo de compromiso a consideraciones culturales acerca de lo que deben y no deben ver los menores de edad en televisión o en cine.
Los comunicadores suelen no pensar en los consumidores adultos. La mayoría de los espectadores adultos consumen contenidos audiovisuales dependiendo del contenido de violencia o sexo que halla en las películas. Los productores solo se preocupan por abastecerlos de contenidos.
Pero los contenidos más atrayentes son los que más daño le hacen a lo sociedad. No hay que olvidar que a pesar de que sea un individuo adulto el que ve un determinado programa, éste también puede ser incitado a actuar de una manera nociva en contra de su comunidad y de sí mismo. La televisión y el cine deben educar en todos los niveles y no sólo a los niños. El gran dilema no es que se va a mostrar, sino que se espera construir
De este tema se pueden derivar una gran cantidad de objeciones estéticas y políticas, como por ejemplo que no se debe limitar el arte. Y si el arte de ciertos directores consiste en mostrar la violencia entonces no se puede cuestionar.
Pero el artista tampoco debería escapar de su función social; si lo hace, el arte sería un inventario de los vicios de la sociedad. Que sea libre en su labor no quiere decir que es bueno que actúe sin responsabilidad.
Por otro lado la necesidad de construir a través de contenidos corre el riesgo de ser utilizada como una justificación para transmitir consideraciones políticas, como por ejemplo, usar los audiovisuales como medio promotor de la guerra antiterrorista que lleva a cabo los Estados Unidos, y a cuyos promotores le puede parecer correcto el promover el odio al Islam y la propaganda a favor de la guerra en Irak.
O cuando se hace propaganda en pro del consumismo y del estilo de vida norteamericano olvidando la realidad de nuestros países latinoamericanos. En el caso colombiano, por ejemplo, el afán de consumo sólo ha producido acumulación, explotación y violencia.
El cine y la televisión han sido durante muchos años en una manera de mantener las costumbres y los vicios de un sistema imperfecto. Cuando aceptamos reproducir en el cine o en el audiovisual estos defectos, estamos aceptando multiplicar un sistema defectuoso.
La verdadera moralidad está lejos de los cuestionamientos e intereses políticos o económicos. Es un esfuerzo altruista por cambiar el mundo y por fortalecer las relaciones entre las personas y entre naciones. Allí no llegaran los discursos políticos ni militaristas que pretenden dirigir a l sociedad a cierta acción en contra de grupos personas; en su lugar, sí allí llegaran los pensamientos que buscaran que la sociedad no sienta la necesidad de movilizarse contar algo, sino que cambie desde su interior.
Bajo este parámetro se dejará de mostrar como realmente correcta a una sociedad que es segura porque está basada en el odio, en la guerra, el consumo y en el control económico, y se persiga un modelo en el que la cooperación entre comunidades, junto con la justicia social, sean la base de desarrollo de nuestros países.
SALIENDO DEL CINE
NO COUNTRY FOR OLD MEN
Cuando se habla de arte, un premio pocas veces es indicador de la calidad de un producto. Casi siempre los premios son un síntoma del sesgo ideológico o la tendencia de consumo imperante en el momento. En pocas ocasiones llegan a ser verdaderos reconocimientos a los aportes culturales de una obra.
Las decisiones de los jurados de los premios para el cine son suceptibles al cuestionamiento, pero no son condenables. En su lugar, debería ser escandaloso que los criticos cinematográficos elogien con grandilocuencia a una producción con pretenciones artísticas, cuando las virtudes de ésta radiquen, casi exclusivamente, en su acoplo a los cánones del cine de consumo.
Las reseñas escritas por conocidos críticos de cine del país, muestran su unanimidad para calificar a la película No Country For Old Men como una película que vale mucho más que los premios que ha conseguido, haciendo referencias y alabanzas a la calidad del cine independiente norteamericano. Es cierto que la película goza de una impecabilidad narrativa y visual, pero esto no la hace estar a la talla de las grandes cintas que han hecho ganar prestigio a esta corriente cinematográfica.
El termino Cine Independiente es controvertido, quizá tanto como el termino Cine Arte. En un principio fue una denominación aplicable a aquellas cintas producidas en Estados Unidos que estaban fuera de las grandes productoras. El término se volvió difuso con el florecimiento de la industria del cine de terror y los westerns basados en pequeñas productoras y en bajos presupuestos. Después, mucho después de diluirse como epíteto diferenciador, surgió como corriente artística, aproximadamente en los años 90; y a esta corriente debemos valiosas películas con temas y miradas que no podían ser planteados bajo la censura y las normas narrativas del cine comercial. Por esto se ha usado últimamente el término Cine Independiente como sinónimo de calidad artística y argumentativa.
En la cinta No country for old men la historia está excelentemente contada, el defecto principal es la historia; y bien que podamos entretenernos viendo escenas sangrientas, pero la sola violencia progresiva no constituye un argumento valioso y no es recomendable para alguien que busque el cine un placer cultural y no un entretenimiento. La historia gira en torno a un asesino y los asesinatos son la historia misma. Los personajes poco originales y sus reflexiones forzadas nos acercan de una manera irreconciliable a los clichés del cine comercial.
El buen cine está mucho mas allá, en otro lugar. Es esta una película para las masas que quieren creer que están viendo algo distinto mientras sólo ven sangre en la pantalla. No se puede tolerar que nuestros críticos sigan construyendo una cultura de apreciación basada en la celebración de la violencia estética.
EL CINE CONTRA LAS LETRAS
EL CINE CONTRA LAS LETRAS
Este texto no es en ningún modo una diatriba en contra del cine, tampoco pretende insinuar que la producción cinematográfica contemporánea sea vacía, por fortuna nadie puede sostener con seriedad opiniones parecidas. El cine es un elemento indispensable en la conformación de la cultura que hoy conocemos, nuestras vida y nuestra manera de actuar han sido de algún modo influenciadas por la películas que hemos visto.
Lo que espera transmitir el siguiente texto es la preocupación de que el cine, cada vez con mayor fuerza, viene acaparando el consumo cultural de las personas. Los libros empieza empolvarse en los estantes, los jóvenes limitan sus lecturas a los libros más recientes, conocimiento real sucumbe ante el conocimiento enciclopédico, y una multitud de hombres que han dado su vida a un oficio hermoso han sido olvidados sin justicia.
Todo esto empieza a tener consecuencias graves en detrimento de la evolución del pensamiento humano.
El lector no encontrará en estas notas una teoría concreta por que no se usará el rigor neblinoso del no comprometido con los pensamientos, el presente es sólo una intuición, una indicación de cuanto puede perder nuestra generación al perder su tradición literaria.
Para empezar...
Imaginemos por un momento que no existe la tecnología con la que, para la fortuna de algunos y para la desgracia de otros, cuenta ahora la humanidad. Imaginemos también fuera de nuestra memoria esa luz aprisionada, ese tiempo vivo, esa partera de espectros que es el cine.
Pensemos luego sobre el vacío que deja el cine: ¿Qué ocupará su lugar?, ¿Acaso existe un lugar que llene el vacío?, ¿Acaso existirá ese vacío y en dónde estará?, ¿En nuestra alma?, ¿En nuestro intelecto?
Para continuar volvamos al mundo existente.
DE LA LITERATURA VERDADERA AL CINE VERDADERO
“Dice Jhon Donne que nadie duerme en el camino que lo conduce de la celda al patíbulo y sin embargo todos en esta vida estamos dormidos. La función de la verdadera literatura es entonces esa, despertar al hombre que está dormido”
Ernesto Sábato. El escritor y sus fantasmas.
El concepto de arte verdadero es común a la mayoría los críticos en los años 60 y surge en oposición al arte comprometido nacido durante las revoluciones socialistas, e imperante en sus consecuentes regímenes. El libro de Ernesto Sábato citado arriba es uno de los más interesantes ejemplos de concepciones y creencias estéticas alrededor de la autenticidad del oficio literario. Aunque en el libro hace una clara defensa de los valores del cine como lenguaje, las características de lo que él denomina “La verdadera literatura” ponen en vilo la legitimidad del cine de hoy.
Sábato considera verdadero o falso un modo de hacer literatura de acuerdo con la capacidad que tenga éste para influir y profundizar en los extraños abismos y terribles territorios del alma humana. El autor dentro de su humanismo ideológico considera lo “Verdadero” como lo útil, como lo que tiene sentido y que ayudará al lector a cambiar este mundo tan lleno de injusticias y de dolor. Sólo lo verdadero podrá ayudar al hombre a soportar su propia soledad e inconformidad, pues será la soledad y la inconformidad lo que lo salvará del gregarismo y lo mantendrá despierto.
Bajo esta concepción se mostraran las dificultades que tiene el cine para ser “verdadero” analizándolo y comparándolo con la literatura desde su punto de vista, su significado y su influencia, sugiriendo como conclusión que el “cine verdadero” debe ser un híbrido perfecto entre el cine actual y el texto literario.
1- Las ventanas
La analogía que se ha hecho entre el cine y La ventana indiscreta ha sido unánimemente celebrada y aceptada. No es otro placer que el del voyeur el que se siente cuando nos deleitamos como espectadores de cine. Sin embargo no se ha reflexionado mucho sobre lo que implica ocupar esa posición de espectador.
En el cine vemos la vida tras un cristal que nos separa de la calle. Vemos como una mujer llora desconsoladamente por la muerte de sus hijos o como una banda de gansters comete crímenes impunemente. Hay un cristal que nos separa de los hechos y de la inteligencia que los controla. No podemos hacer nada para participar en lo que está ocurriendo, sólo podemos sentirlo o cerrar la cortina y volver a nuestra vida. Cuando terminan de pasar cosas tras el cristal dejamos de estar privilegiados por nuestra mirada, volvemos a nuestros humanos problemas vitales, y estamos prestos a olvidar porque el cine ocurrió en otro lugar en otro tiempo y a otras personas que ni siquiera son reales.
La posición del lector es otra. Ya no se está tras la ventana, se está abajo en la calle. Estamos mirando hacia la ventana desde donde observa el escritor (el escritor observa desde arriba) y nos dice lo que está mirando, dice también lo que está sintiendo, lo que está ocurriendo en la habitación desde la que nos observa y se observa, porque el autor también está a nuestro lado, en la calle, disuelto en múltiples personajes. Nosotros escuchamos al escritor que no es un simple voyerista ni espera que nosotros lo seamos; en la ventana hay alguien que esta reflexionando y espera que sepamos con claridad lo que está pasando por su mente.
2- Profundidad- Símbolo - concepto
Pensemos en el lenguaje del cine contemporáneo, que se ha alejado de la literatura y conserva un único contacto por medio de los diálogos. Este tipo de cine ha privilegio las acciones y el contenido indicativo y referencial de las imágenes. Su profundidad de discurso recae en lo simbólico, en lo no dicho ni precisable. El cine se sirve de la revelación estética entendiendo ésta como el sentimiento de estar a punto de saber algo que cambiará nuestra vida pero que no sabemos con certeza qué es y tal vez no lleguemos a saber.
¿Cuál es entonces el problema de la profundidad simbólica, si tiene estas posibilidades?
El problema es precisamente su inconcreción y su múltiple interpretabilidad. Un símbolo puede analizarse o pasarse por alto, ósea, puede ser activo o inactivo dependiendo de la atención y lectura prestadas. Un símbolo se analiza de acuerdo a ideas que ya existen en nosotros, por eso lo que en realidad quería transmitir un autor tiende muchas veces a perderse. ¿El arte en el cine es entonces no poder comunicar con claridad?
En oposición, en la literatura y la filosofía la profundidad parte del concepto. Un concepto es siempre activo porque puede ser una idea nueva o puede estar de acuerdo o en contra con ideas que tenemos arraigadas en nosotros. El concepto activa nuestra capacidad de crear pensamientos con mucha mayor facilidad de lo que podría hacerlo un símbolo.
Experiencia –reflexión
Borges decía que el libro era una extensión de nuestra memoria. Pero el libro es algo más: una extensión de nuestras posibilidades de reflexión.
El cine por su parte es una extensión de nuestras experiencias. Gracias a él vemos el mundo y otros mundos a los que quizá no tenemos la posibilidad de acceder en la realidad. Por medio del cine tenemos contacto con personas que no hubiéramos imaginado ni conocido.
Ambas acciones, la experiencia y la reflexión, nos alimentan y nos ayudan a tomar decisiones en momentos de tensión, sin embargo hay grandes diferencias entre actuar por experiencia y actuar por reflexión.
Cuando se actúa por experiencia se actúa queriendo tomar pocos riesgos, dando por seguras nuestras posibilidades; con prejuicios acerca del mal que nos rodea, de la crueldad que habita en los demás y de nuestro propio egoísmo. Sabremos por experiencia que los humanos actúan por impulsos, por conveniencias e intereses. Sentimos que casi todo mundo nos miente, quiere engañarnos y hacernos nos mal. creemos que tenemos un precio, que alguien pagará ese precio y nos desechará después.
Actuando por reflexión en cambio actuaremos por principios, por ideales. Confiando en que los demás puedan cambiar. Sólo el actuar por reflexión permite que las utopías salgan a flote y cambien el mundo. Cuando actuamos por experiencia aceptamos como indestructibles las limitaciones de la especie. La reflexión nos ayuda a no aceptar la injusticia, la desigualdad y la violencia como algo necesario para el mantenimiento de la sociedad.
En un plano individual la reflexión nos ayuda a cambiar nuestras propias vidas, a liberarnos del narcótico del que nos embota el escepticismo, y a que ese hombre que está dormido, despierte y pueda cambiar EL mundo.
Este texto no es en ningún modo una diatriba en contra del cine, tampoco pretende insinuar que la producción cinematográfica contemporánea sea vacía, por fortuna nadie puede sostener con seriedad opiniones parecidas. El cine es un elemento indispensable en la conformación de la cultura que hoy conocemos, nuestras vida y nuestra manera de actuar han sido de algún modo influenciadas por la películas que hemos visto.
Lo que espera transmitir el siguiente texto es la preocupación de que el cine, cada vez con mayor fuerza, viene acaparando el consumo cultural de las personas. Los libros empieza empolvarse en los estantes, los jóvenes limitan sus lecturas a los libros más recientes, conocimiento real sucumbe ante el conocimiento enciclopédico, y una multitud de hombres que han dado su vida a un oficio hermoso han sido olvidados sin justicia.
Todo esto empieza a tener consecuencias graves en detrimento de la evolución del pensamiento humano.
El lector no encontrará en estas notas una teoría concreta por que no se usará el rigor neblinoso del no comprometido con los pensamientos, el presente es sólo una intuición, una indicación de cuanto puede perder nuestra generación al perder su tradición literaria.
Para empezar...
Imaginemos por un momento que no existe la tecnología con la que, para la fortuna de algunos y para la desgracia de otros, cuenta ahora la humanidad. Imaginemos también fuera de nuestra memoria esa luz aprisionada, ese tiempo vivo, esa partera de espectros que es el cine.
Pensemos luego sobre el vacío que deja el cine: ¿Qué ocupará su lugar?, ¿Acaso existe un lugar que llene el vacío?, ¿Acaso existirá ese vacío y en dónde estará?, ¿En nuestra alma?, ¿En nuestro intelecto?
Para continuar volvamos al mundo existente.
DE LA LITERATURA VERDADERA AL CINE VERDADERO
“Dice Jhon Donne que nadie duerme en el camino que lo conduce de la celda al patíbulo y sin embargo todos en esta vida estamos dormidos. La función de la verdadera literatura es entonces esa, despertar al hombre que está dormido”
Ernesto Sábato. El escritor y sus fantasmas.
El concepto de arte verdadero es común a la mayoría los críticos en los años 60 y surge en oposición al arte comprometido nacido durante las revoluciones socialistas, e imperante en sus consecuentes regímenes. El libro de Ernesto Sábato citado arriba es uno de los más interesantes ejemplos de concepciones y creencias estéticas alrededor de la autenticidad del oficio literario. Aunque en el libro hace una clara defensa de los valores del cine como lenguaje, las características de lo que él denomina “La verdadera literatura” ponen en vilo la legitimidad del cine de hoy.
Sábato considera verdadero o falso un modo de hacer literatura de acuerdo con la capacidad que tenga éste para influir y profundizar en los extraños abismos y terribles territorios del alma humana. El autor dentro de su humanismo ideológico considera lo “Verdadero” como lo útil, como lo que tiene sentido y que ayudará al lector a cambiar este mundo tan lleno de injusticias y de dolor. Sólo lo verdadero podrá ayudar al hombre a soportar su propia soledad e inconformidad, pues será la soledad y la inconformidad lo que lo salvará del gregarismo y lo mantendrá despierto.
Bajo esta concepción se mostraran las dificultades que tiene el cine para ser “verdadero” analizándolo y comparándolo con la literatura desde su punto de vista, su significado y su influencia, sugiriendo como conclusión que el “cine verdadero” debe ser un híbrido perfecto entre el cine actual y el texto literario.
1- Las ventanas
La analogía que se ha hecho entre el cine y La ventana indiscreta ha sido unánimemente celebrada y aceptada. No es otro placer que el del voyeur el que se siente cuando nos deleitamos como espectadores de cine. Sin embargo no se ha reflexionado mucho sobre lo que implica ocupar esa posición de espectador.
En el cine vemos la vida tras un cristal que nos separa de la calle. Vemos como una mujer llora desconsoladamente por la muerte de sus hijos o como una banda de gansters comete crímenes impunemente. Hay un cristal que nos separa de los hechos y de la inteligencia que los controla. No podemos hacer nada para participar en lo que está ocurriendo, sólo podemos sentirlo o cerrar la cortina y volver a nuestra vida. Cuando terminan de pasar cosas tras el cristal dejamos de estar privilegiados por nuestra mirada, volvemos a nuestros humanos problemas vitales, y estamos prestos a olvidar porque el cine ocurrió en otro lugar en otro tiempo y a otras personas que ni siquiera son reales.
La posición del lector es otra. Ya no se está tras la ventana, se está abajo en la calle. Estamos mirando hacia la ventana desde donde observa el escritor (el escritor observa desde arriba) y nos dice lo que está mirando, dice también lo que está sintiendo, lo que está ocurriendo en la habitación desde la que nos observa y se observa, porque el autor también está a nuestro lado, en la calle, disuelto en múltiples personajes. Nosotros escuchamos al escritor que no es un simple voyerista ni espera que nosotros lo seamos; en la ventana hay alguien que esta reflexionando y espera que sepamos con claridad lo que está pasando por su mente.
2- Profundidad- Símbolo - concepto
Pensemos en el lenguaje del cine contemporáneo, que se ha alejado de la literatura y conserva un único contacto por medio de los diálogos. Este tipo de cine ha privilegio las acciones y el contenido indicativo y referencial de las imágenes. Su profundidad de discurso recae en lo simbólico, en lo no dicho ni precisable. El cine se sirve de la revelación estética entendiendo ésta como el sentimiento de estar a punto de saber algo que cambiará nuestra vida pero que no sabemos con certeza qué es y tal vez no lleguemos a saber.
¿Cuál es entonces el problema de la profundidad simbólica, si tiene estas posibilidades?
El problema es precisamente su inconcreción y su múltiple interpretabilidad. Un símbolo puede analizarse o pasarse por alto, ósea, puede ser activo o inactivo dependiendo de la atención y lectura prestadas. Un símbolo se analiza de acuerdo a ideas que ya existen en nosotros, por eso lo que en realidad quería transmitir un autor tiende muchas veces a perderse. ¿El arte en el cine es entonces no poder comunicar con claridad?
En oposición, en la literatura y la filosofía la profundidad parte del concepto. Un concepto es siempre activo porque puede ser una idea nueva o puede estar de acuerdo o en contra con ideas que tenemos arraigadas en nosotros. El concepto activa nuestra capacidad de crear pensamientos con mucha mayor facilidad de lo que podría hacerlo un símbolo.
Experiencia –reflexión
Borges decía que el libro era una extensión de nuestra memoria. Pero el libro es algo más: una extensión de nuestras posibilidades de reflexión.
El cine por su parte es una extensión de nuestras experiencias. Gracias a él vemos el mundo y otros mundos a los que quizá no tenemos la posibilidad de acceder en la realidad. Por medio del cine tenemos contacto con personas que no hubiéramos imaginado ni conocido.
Ambas acciones, la experiencia y la reflexión, nos alimentan y nos ayudan a tomar decisiones en momentos de tensión, sin embargo hay grandes diferencias entre actuar por experiencia y actuar por reflexión.
Cuando se actúa por experiencia se actúa queriendo tomar pocos riesgos, dando por seguras nuestras posibilidades; con prejuicios acerca del mal que nos rodea, de la crueldad que habita en los demás y de nuestro propio egoísmo. Sabremos por experiencia que los humanos actúan por impulsos, por conveniencias e intereses. Sentimos que casi todo mundo nos miente, quiere engañarnos y hacernos nos mal. creemos que tenemos un precio, que alguien pagará ese precio y nos desechará después.
Actuando por reflexión en cambio actuaremos por principios, por ideales. Confiando en que los demás puedan cambiar. Sólo el actuar por reflexión permite que las utopías salgan a flote y cambien el mundo. Cuando actuamos por experiencia aceptamos como indestructibles las limitaciones de la especie. La reflexión nos ayuda a no aceptar la injusticia, la desigualdad y la violencia como algo necesario para el mantenimiento de la sociedad.
En un plano individual la reflexión nos ayuda a cambiar nuestras propias vidas, a liberarnos del narcótico del que nos embota el escepticismo, y a que ese hombre que está dormido, despierte y pueda cambiar EL mundo.
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